viernes, 25 de noviembre de 2011

ARREBATOS CARNALES (libro)


Maximiliano y Carlota.

Carlota supo que estaba embarazada en mayo de 1866, y supo también, lo sabia, imposible negarlo, que el hijo no era del emperador y que este jamás reconocería a un bastardo como su heredero ni lo presentaría como tal ante la corte austriaca.

“A Francisco José le fascinará saber que tiene un hermano sodomita, y además, que en lugar de ocuparse de los delicados problemas del estado mexicano prefirió perseguir muchachitos y muchachitas en Cuernavaca, perdido en el alcohol y en las pastillas de opio”. CARLOTA.


Porfirio Diaz.

…Los sentimientos que despertó en él, Delfina Ortega Diaz, su sobrina carnal, la hija natural de su hermana Manuela. ¡Claro que había tenido entre sus brazos a la recién nacida con quien después engendraría varios hijos!

“En la balanza de mi corazón no tienes rival … Este es mi deseo y lo someto a tu juicio, rogándote que me contestes con la seguridad de que si es negativamente no bajaras un punto en mi estimación, y en ese caso te adoptaré judicialmente por hija para darte un nuevo carácter que te estreche más a mi, y me abstendré de casarme mientras vivas para poder concentrar en ti todo el amor de un verdadero padre”. PORFIRIO DÍAZ A SU SOBRINA CARNAL DELFINA.


José Vasconcelos.

¿Mujeres? Me sobraban. O las compraba o las seducía con mi verbo encendido, deslumbrándolas con mis conocimientos que les transmitía de acuerdo con sus capacidades, mientras me escuchaban como si estuvieran sepultadas en el fondo de un pozo.

¿No resultaba increíble que una mujer tan rica, al extremo de poder financiar una buena parte de mi campaña electoral, se hubiera quedado en la miseria y que yo tuviera que poner de mis escasos ahorros para pagar el viaje de París a México? ¿No era irritante el tema? María Antonieta Rivas Mercado, la niña mimada, la poderosa y envidiada heredera, la mujer multimillonaria no tenía ni para invitarme un café-creme en el bar más pobre de París.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Soy María Luisa Manrique de Lara Gonzaga y Lujan, XI condesa de Paredes de Nava, virreina de la Nueva España. Si me decidí a escribir estas líneas fue para dejar constancia, de cara a la historia, por lo pronto en el más hermético de los secretos, de mis relaciones con la Décima Musa, Sor Juana Inés de la Cruz, Juana de Asbaje y Ramírez Santillana, la Shakespeare mexicana, la Cervantes nacida en la joya más cara de la corona española.

El romance 27, escrito en la época de cuaresma durante la cual se suspenden las visitas a los conventos, la definía en cuerpo y alma:

…pobre de mi,
que ha tanto que no te veo,
que tengo de tu carencia,
cuaresmados los deseos,
la voluntad traspasada,
ayuno el entendimiento,
mano sobre mano el gusto,
y los ojos sin objeto.


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